Con motivo del taller/experiencia que nuestra querida Penélope Guisasola va a ofrecer el próximo fin de semana en Alicante, me propongo hablar un poco sobre lo que son las danzas meditativas, o las danzas del alma, o la danza del silencio…. en fin, esa otra cualidad del movimiento que se aleja de la perfección de lo aprendido y la búsqueda estética (exterior) para aproximarse a la búsqueda interior y autoexploradora.
Si sientes que la vida baila en ti, seguro que esta experiencia te llenará de placer:
La danza, que en un principio estuvo cargada de espiritualidad y se inspiraba en leyes de la naturaleza y el cosmos, se ha ido modificando y evolucionando hacia diferentes vertientes, a veces llegando a lo meramente estético, o incluso a los desafíos físico-acrobáticos.
Es a partir de esta reflexión que en occidente, desde principios del siglo XX, se ha ido a la búsqueda de la esencia espiritual del movimiento. Recogemos aquí algunas de esas vertientes:
La euritmia, también llamada «gimnasia del alma», fue desarrollada por María van Sivers (esposa del creador de la antroposofía Rudolf Steiner) tomando como base las leyes y cualidades de la música y el habla, para llegar a vivenciar cada fonema o conjunto de ellos que forman una palabra o frase, o un sonido o intervalo musical… íntimamente. No sólo manifestar movimientos o insinuarlos, sino sentirlos, alcanzando una fina y elevada consciencia del ritmo y el tiempo.
La euritmia posee un gran potenial tanto creativo como terapéutico y pedagógico, pues esta danza no trabaja sólo con el cuerpo físico, sino con todo lo que el ser humano lleva dentro (personalidad, pensamientos, sentimientos, anhelos).
La recuperación de las danzas circulares, que han sobrevivido desde tiempos inmemoriales, interpretando un lenguaje no verbal con patrones y símbolos que confirman la vida y celebran la naturaleza. Desde la fluidez de la danza conocemos el sendero hacia una mayor conciencia. Nos liberamos a través del arte, de la cooperación con la tierra y con nuestros semejantes. Las danzas circulares meditativas poseen un ritmo en general monótono, con el fin de inducir fácilmente un estado meditativo.
Las danzas meditativas -o meditaciones en movimiento- vienen de la tradición tántrica. A traves de una danza libre, fluida, espontánea y no intencionada, se busca el estado de Presencia.
La biodanza es un sistema de integración humana, renovación orgánica, reeducación afectiva y reaprendizaje de las funciones originarias de vida. Su metodología consiste en inducir vivencias integradoras por medio de la música, del canto, del movimiento y de situaciones de encuentro en grupo.
El reajuste vital se presenta como una herramienta para la profundización creativa en el ámbito de la expresión y comunicación corporal. A través de la escucha atenta y sensible del cuerpo, se liberan, rehabilitan e integran estratos olvidados que perduran en nuestro inconsciente, permitiendo de este modo acceder a una “información” no mental que nos predispone a aceptar y encajar el flujo vital, desanclando viejos esquemas para poder así recibir lo nuevo.
Y así… infinidad de versiones. Cualquiera puede ser válida en ese proceso de búsqueda.
De momento, os propongo probar este fin de semana lo que estas chicas nos ofrecen. Nos cuentan que últimamente han introducido el uso del velo: elemento que eleva mucho la danza y la presencia de la persona que danza; aunque en un principio parezca un elemento limitante abre enormemente el corazón y algo más, porque tu danza, una vez lo sueltas, se hace mucho más conectada, fluida y rica.
+info: 965 939 518
¡A disfrutar!