Sexualidad Femenina: encuentro de mujeres

 

Hola,
soy Penélope Guisaola.

Como mujer, hija, nieta, tía, madre… he transitado y transito muchos estados sexuales.
Desde mis primeras exploraciones infantiles, la menstruación, el encuentro con el hombre, la maternidad, el parto…

Hace tiempo tuve una clara revelación interna, el placer sexual es un estado, la excitación nace dentro mío. Algún contacto, alguna persona… pueden ayudarme a despertarlo, pero la realidad es que nace en mí.

Comencé a investigar, a leer sobre ello, a explorar mi energía, mis órganos.

He descubierto una fuente inagotable, que aunque nace en mis ovarios como energía sexual, si soy capaz de no proyectarla, de respirarla, me nutre profundamente, me llena de salud, de belleza y de amor.

Es una energía creativa, sanadora y amorosa.
Ahora quiero compartir los tesoros descubiertos y despertar la curiosidad en tí para que nos ayudemos a aprender más de esta maravillosa energía.

En un lugar mágico y poderoso como es Baile en el Aire y su entorno vamos a explorar juntas fuera y dentro: nuestra conexión con la tierra, el placer de despertar los sentidos y habitar el cuerpo.

Consciencia sensorial.
Escucha.
Movimiento auténtico.
Anatomía.
Expresión plástica.

Despertemos mujeres, juntémonos en círculo, rehagamos la red de amor que nos une a todos y ayudemos a traer la paz a la Tierra.
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El placer de la danza, el movimiento divino.

Últimamente no dejan de caer en mis manos artículos sobre los múltiples beneficios de la danza, no sólo a nivel físico o psicológico (ya sabemos que se queman calorías y nos hace sentirnos maravillosamente), sino también cerebrales:

Está más que aceptado científicamente que la música y el ritmo son el mejor ejercicio para que los diferentes sistemas cerebrales se armonicen y sean eficientes los unos con lo otros.  ¿Qué significa esto? que bailar mejora, por ejemplo, la memoria operativa, la planificación ejecutiva, la habilidad para realizar multitareas y la concentración. Además de que bailar pone en funcionamiento los mismos centros cerebrales que despiertan el placer del sexo o de una buena comida -aunque parezca un tópico, ¡es así!-.
Y por supuesto los «chorros» de adrenalina y serotonina que nuestros cuerpos generan al bailar, que nos llenan de vitalidad y buen humor.

¿Y la danza como aproximación a lo divino?
Las pinturas rupestres ya nos muestran a nuestros antepasados bailando. La danza aparece unida al hombre, prácticamente desde sus orígenes, con un carácter religioso, de manera colectiva y sin espectadores. El carácter religioso y ritual se ha mantenido hasta hoy, y paralelamente, desde la antigüedad se desarrolló la danza profana, por diversión y como arte.
Lo que está claro es que a lo largo de la historia la danza ha sido reflejo de cómo el humano ha vivido sus experiencias emocionales, espirituales, sociales e incluso religiosas.
¿Sabías que el rey David bailaba delante del Arca?
Y que en Grecia la danza formaba parte de los planes de educación?
Que en los primeros tiempos de la iglesia en Europa, el culto incluía la danza?
Y que Luis XIV, el Rey Sol, fue uno de los más grandes bailarines de su época? (además del creador de la primera Academia Real de la Danza)

En fin, ya lo decía Voltaire: «Déjennos leer y déjennos bailar, dos entretenimientos que nunca harán daño al mundo»